domingo, 20 de julio de 2014

Entre la antigua y la nueva palabra, nuestros mundos


Escrito por Hugo Jamioy Juagibioy. 

Oralitor. Pertence al pueblo indígena Camuent¨sá Cabëng Camëntsá Biyá (Hombres de aquí con pensamiento y lengua propia) ubicado en Bëngbe Uàman Tabanoc (Nuestro Sagrado Lugar de Origen), Valle de Sibundoy, Putumayo.


Cada cultura
mira el sol a su manera
le inventa un nombre, una música, 
una danza, 
a su manera.


En una asamblea del pueblo Camënt¨sá en la que participaron taitas, abuelas y abuelos sabedores, profesionales indígenas y comunidad en general a la que pertenezco, se presentó la reflexión en torno a quién es analfabeto. Como si estuviéramos preparados para una única respuesta, todos respondimos que es aquel que no sabe leer y escribir, y acorde a la actualidad global que nos lleva por un solo camino, agregamos que quien no sabe hablar inglés y no maneja un computador e internet también es analfabeto.

Después de un largo silencio en el que todo parecía claro y concluido, se escuchó una voz firme en el idioma antiguo de nuestro pueblo, que si mal no recuerdo simplemente decía:

...y los que no saben leer la naturaleza, los que no saben leer el mensaje del viento, los que no saben leer la luna para la siembra y la cosecha, los que no saben leer las nubes, los que no saben leer el canto de los pájaros que anuncian visita, que anuncian la vida y la muerte, los que no saben leer el agua, los que no saben lo que yo sé, lo que mi abuelo me enseñó, ¿entonces ellos qué son?

Solo faltó eso, la fuerza del espíritu de la palabra para revivir el saber guardado en la humilde mirada de nuestras abuelas y abuelos y desenredar su lengua: durante el resto del tiempo que duró la reunión, brotaron como flores las palabras multicolores que hablan de los tejidos, que hablan de los rostros en las tallas de madera, que hablan de nuestro territorio y los nombres de sus caminos, sus aguas y los sitios sagrados, que hablan del arcoiris y las lluvias; fue mágico ese momento y aún hoy siento que ando embriagado por el fermento de esas voces.

En nuestra niñez, recuerdo, veíamos en los tejidos figuras geométricas, siempre acompañadas de la palabra de nuestros abuelos; fuimos preparados para entender el mundo a través de los símbolos que hablan de la vida.

Nos decían mientras aprendíamos el bello arte del tejido:

...este símbolo es sagrado, representa a shinÿe, el dador de la luz en el tiempo, debes llevarlo siempre contigo, será luz en tu camino...

...este símbolo se llama juashkón, es de aquello que nos da la vuelta, es la madre de la fertilidad de la luna...

...este dibujo se llama mëtët¨sén, es el símbolo de la fuerza espiritual, es el guía en la fiesta del reencuentro y el perdón, él es un misterio, por eso solo en el bëtsknaté nos visita...

Así transcurrió nuestra infancia, envueltos por las mantas que tejió la abuelita Carmela, amarrados con los cinturones tejidos por la mamita Pastora, cubiertos con las palabras de los abuelos y abuelas que hablan con los símbolos de la vida.

Allí, pienso, aprendí sobre las formas propias de nuestra escritura camënt¨sá, aprendí a leer la naturaleza a través de los símbolos, aprendí que allí está guardado nuestro t¨sabe juabna, buen pensamiento/pensamiento maduro/pensamiento mayor.

Desde la antigua palabra, nuestros Taitas están diciendo:

T¨sabe juabna endétsa-ián t¨sabe soiám jo kochajuán y t¨sabe soiên jenangmian. Chiek t¨sabe juabn tse bojanÿán endetsa-ián bêng-be luar tkojêbtsa-chêng-êntskuán, t¨sabá jêbtse benachán, t¨sabájêbtsó-tjêmbambaiám.

T¨sabe juabn es la fuerza del espíritu que crece/vive en el corazón y se demuestra en el comportamiento, por eso cuidar el t¨sabe juabn significa que mientras pasamos por el mundo debemos cuidar el tejido entre pensamiento, sentimiento y comportamiento. (Taita Miguel Chindoy).

También nos están diciendo:

...këm luar ëndetsëmn jabuatmanám...
...este mundo está hecho para conocerlo...

Nuestros padres repiten siempre:

...los caminos están hechos, solo hay que recorrerlos...

Con el paso del tiempo he aprendido que:

...no todos los lugares son tuyos / pero cada uno de ellos guarda algo para ti...

Estas formas propias de leer y escribir a través de nuestros símbolos me han permitido entender el mundo inventado por mis antepasados. Ahora sigo caminando y siento que no ando solo, me acompañan los símbolos de la vida.

Tsebatsana Mama es la palabra inventada por nuestros abuelos para referirse a la Madre Responsable / Madre Tierra: en ella habitan un sinnúmero de pueblos indígenas y en su lengua materna han inventado una palabra para designarla desde su propia cosmovisión. Son otros mundos escondidos en los recónditos lugares de nuestra bella Colombia y en ellos existen otras formas de leer y escribir.

En la inmensa Sierra Nevada de Santa Marta viven nuestros hermanos mayores, los IkU o Wíntukwa, apodados arhuacos; entre ellos he aprendido sobre sus propias formas de escribir el pensamiento. Las mujeres, por ejemplo, elaboran el tutu, que traduce ¨pensamiento de mujer¨, el tutu es lo que en español llaman ¨mochila arhuaca¨; en ella la mujer IkU escribe su pensamiento, su sentimiento diario. Según la Ley de Origen, las mujeres desde muy niñas aprenden la técnica del tejido y la simbología de los dibujos que elaboran en el tutu. Es la manera de leer y escribir sobre su vida. 

En las tardes cuando cae el sol, mientras hila la lana de oveja y en sus manos sostiene unos tutus con dibujos tradicionales, la abuela María nos está diciendo: 

...Este dibujo se llama Garwa y representa al guía espiritual de los caminos; 

...Este se llama kUn zachi y representa las hojas de plantas sagradas, es un símbolo dedicado a la naturaleza: 

...Este se llama mákUrU y representa el vuelo de las aves, es un símbolo de equilibrio...

Al recorrer los caminos que ya están hechos, he tenido la inmensa fortuna de sentarme junto a ellas, las mujeres tejedoras de pensamiento, y aprender a leer algunos símbolos, que también en su cosmovisión hablan de la vida. Al igual que las wati (tía o mujer IkU), el teti (hombre IkU) escribe su pensamiento con el polvo de las conchas del mar y aju (hoja de la planta sagrada de coca) en el yorubo (poporo); me han llevado por caminos donde las piedras guardan símbolos que cuentan acerca del origen del hombre, de la misión que cada cultura tiene en su paso por la Gran Madre Tierra. Al leer el territorio, me dicen que en la Sierra Nevada de Santa Marta existe la Línea Negra, una línea espiritual que se conecta a través de sitios sagrados, cada sitio sagrado tiene un nombre en lengua IkU y tiene una función/misión; el sitio sagrado de danta, el sitio sagrado de guara, el sitio sagrado de culebra, de pava, de personas, del sol, de la lluvia, de todo lo sagrado. En cada uno de ellos hay que hacer pagamento, es decir, el tributo a la ofrenda para que el padre guardián mantenga con vida los seres que habitan espiritualmente el sitio sagrado y nunca nos falten esos seres vitales. 

Estas formas de leer y escribir el pensamiento propio me han hecho pensar que debo fortalecer cada día mi propia forma de escritura; además, pienso que debo investigar sobre mi propia cultura, acudir a nuestras biblias hablantes, abuelas, abuelos, taitas, mamos, jaibanás, payés, sinchis, y escuchar sobre lo que nosotros somos, ellos guardan silenciosos la clave para leer nuestros mundos. 

Entre los emberá, la pintura corporal es una forma de escritura de su propio pensamiento, en el cual se evidencia la palabra antigua en permanente diálogo entre hombre y naturaleza. Las mujeres usan dibujos que hablan de su estado natural, a través de los cuales, al interior de su cultura, identifican si es soltera o si es casada; las madres elaboran dibujos en el cuerpo del  niño para defenderlos de los malos espíritus que rondan el territorio; para las fiestas o ceremonias tradicionales del pueblo emberá los miembros de la comunidad pintan sus cuerpos con tintura de jagua y achote teniendo en cuenta los mitos que ellos han heredado a través de la palabra antigua. 

Aún sigo aprendiendo a medida que recorro caminos, y cada destino me deslumbra con sus formas particulares de leer y escribir a través de los símbolos plasmados en las manillas, en las mantas, en las hamacas, en los canastos, en las mochilas, en las tallas en madera, en el cuerpo, en el territorio, en la palabra hablada y dibujada. 

En la memoria guardo esa asamblea como algo mágico y la recuerdo en cada paso que ando, teniendo siempre presente que cada pueblo indígena es otro mundo, que la bella Colombia está habitada por muchos mundos, 86 mundos que necesitan seguir viviendo, mundos que están nuestras manos, en nuestras palabras, en la nueva palabra alimentada de la palabra antigua; pienso en 86 formas diferentes de leer y escribir. 

Pienso en los elementos comunes de los pueblos indígenas que determinan nuestra esencia, entre ellos, lo más importantes son el territorio y la lengua. La práctica permanente de la tradición oral de manera espontánea en espacios en los cuales la palabra antigua se hace presente, es la expresión más valiosa que determina la vida del mundo indígena. El territorio se entiende a traves de la lengua y el espíritu de la lengua tiene vida a través de las cosas que existen en él. 

Los taitas están diciendo: cad té botaman jonojuaboyán / cada día bonito hay que pensar / cada día hay que refrescar el pensamiento. El  refrescamiento de la memoria es una tarea permanente, como permanente es el diálogo entre generaciones, ancianos, adultos, jóvenes y niños; todos, sentados junto al fogón, cultivando en la tierra, caminando los sitios sagrados, tejiendo la lana, tallando la madera, moldeando el barro, viviendo tomados de la mano de los abuelos, de la antigua palabra. Sin ella seríamos huérfanos, buscando refugio en los lugares que desconocemos. 

Una lengua muerta es un pensamiento muerto, es un espacio de oscuridad, es dejar el alma muda. Cada lengua es una forma diferente de pensar, de amar, es la que te avisa del peligro y de la paz, la que te apacigua, la te levanta, la que te asusta, la que te duerme, la que te quema, la que te acusa, la que te sentencia, la que te describe, la que te dice, la que te perfora y la que te mata. Esa riqueza no la podemos perder, debemos mantenerla e impulsarla. No podemos seguir atando las lenguas indígenas en las cuevas, ni podemos seguir mordiéndonos la lengua y callar. 
Tienen que brotar como brotan las flores.



Texto completo extraído del libro: LEER para comprender, ESCRIBIR para tranformar: palabras que abren nuevos caminos en la escuela 
--1a. ed.--Bogotá : 
Ministerio de Educación Nacional, 2013. p. (Serio Río de Letras. Libros maestros PNLE:1), p.95-101.


Idilio, de José Asunción Silva. LA ORQUESTACIÓN MODERNISTA 04-25-24

 Idilio   - Ella lo idolatró y Él la adoraba...  - ¿Se casaron al fin?  - No. señor. Ella se casó con otro.  - ¿Y murió de sufrir?  - No, se...