jueves, 19 de junio de 2014

Tic tac tic tac…


El reloj marca los segundos… tic tac tic tac. Mi corazón está latiendo… tic tac tic tac. El motivo: un libro…tic tac tic tac… y la primera vez que iré a España. Tic tac tic tac…

El libro se llama Tic tac tic tac… lo publica la Escuela de Escritores de Madrid, contiene relatos de estudiantes de narrativa, historias de todo lo largo y ancho del mundo hispano escritas por hombres y mujeres con el desafío de re-aprender a escribir en español en un mundo con pretensiones políglotas.

Dura tarea la de los profesores de escritura. Para enseñarnos de nuevo dónde van las comas, las tildes y volver a los recorderis de gramática como en la primaria y el bachillerato. Escribir es la función más difícil de un idioma y para hacerlo bien se necesita leer, inspirarse, lanzarse; hacer ejercicios de memoria, amor y odio por uno mismo. También de la ayuda de terceros, uno primordial: el lector...sin lector no hay relato, un profesor que nos corrija y nos guíe y como si todo eso no bastara, se necesita también un crítico.

Compro libros y al abrir uno nuevo se me olvida todo el recorrido que ha hecho para llegar a mis manos. Cuando era niña pensaba que los libros habían sido puestos allí por las hadas o los gnomos que había dentro de ellos.  Ja Ja Ja ríe la bruja mala. Detrás de cada libro hay el trabajo de montones de manos y como diría mi abuela: ‘¡sí que se han quemado las pestañas en eso!’. Solo gracias a la lectura de un tercero, la relectura, la corrección y la re-escritura, se llega al libro.  El valor de un libro es incalculable. Por más que internet nos regale todas las librerías electrónicas del mundo leer un libro sigue siendo un absoluto placer y somos muchos los que todavía estamos dispuestos a pagar por ello.

Es la segunda vez que asisto este año a la lectura conmigo misma, de uno de mis textos publicado en hojas de papel y tinta. Me da placer la idea de encontrarme con ese olor…el de las fibras vegetales de la celulosa, del humo, los metales, la sal y los pedazos de pulpo y calamar: el olor del libro.

Hoy en mi blog quería dar las gracias a la Escuela de Escritores, por darnos la posibilidad de publicar. A través de ella conocí a Raquel Míguez, quien es el segundo motivo de mi visita a Madrid. Estoy ansiosa por entrar a la librería del Dragón lector  a comprar su nuevo libro: El verano que desaparecieron los Trogloditas. Ya leí Una bruja está borrando la ciudad , de la misma autora y me lo devoré en treinta minutos. Leer a Raquel Míguez es una delicia, como ella misma dice. También lo será para mi hijo, al que le leemos una historia cada noche y aunque hasta ahora tiene diecinueve meses, entiende todo: se asusta cuando los personajes están en situaciones difíciles, aplaude cuando salen de ellas y repite todas las onomatopeyas ¡Qué preciosos momentos nos da la lectura de los libros!

Palabras, palabras, palabras, capaces de armar todas las guerras y  firmar todas la paces. Estoy muy emocionada de conocer Madrid  ¡Madrid, Madrid, qué bien tu nombre suena! y qué mejor motivo que las palabras para visitarte. Me pasearé por la Castellana, por donde Pablo se llevó una tarde a Lulú a dar una vueltecita en su automóvil, nos lo contó Almudena Grandes. Por allí nos veremos 'bebiéndole los vientos al Retiro y al oro del crepúsculo en Rosales', como diría el poeta Luis Lopez Anglada.

El reloj hace Tic tac tic tac…late mi corazón. Porque voy a un viaje literario por Madrid, a  saborear más de lo que siempre nos une: las palabras, y esta vez las palabras en Español, nuestro gran idioma. Potente, interminable, inmenso como el océano entre las dos orillas de Iberoamérica.

Lorena Escorcia Hernández

domingo, 1 de junio de 2014

Surfista



Pez atado
Suicida horizontal 
de la espuma


Un océano 
inunda el vacío
 en su boca

Lo.





Idilio, de José Asunción Silva. LA ORQUESTACIÓN MODERNISTA 04-25-24

 Idilio   - Ella lo idolatró y Él la adoraba...  - ¿Se casaron al fin?  - No. señor. Ella se casó con otro.  - ¿Y murió de sufrir?  - No, se...