MANIFIESTO DE LA POESÍA XXY
La poesía intrauterina nada feliz en su líquido amniótico de silencio,
de ocio, de memoria.
Caminé hasta el pabellón de las parturientas poéticas,
sentía que el mundo me iba a salir de entre las piernas. Han pasado ya cuarenta
semanas. Y nada y nada. Me propongo dar a luz a esta poesía distócica, un
yogui, una hija negada entre Apollinaire, Gloria Fuertes, Julio Flórez y
Nicanor Parra. De una orgía en la nube de todos los aviones de hoy rompiendo el
cielo azul. En esta poesía reencarnarán las abues a besar sus alitas.
Poesía del yo lírico intergeneracional, promiscuo e infiel a todos los géneros.
Se ve venir la poesía de las más de doscientas mil
palabras desaparecidas. La poesía de las seis mil cuatrocientas dos lágrimas
falsas positivas. Esta poesía viene con los pies por delante y las botas
puestas al revés. Vivirá de su hambre en los paraísos del raudal de los
alumbramientos repentinos. Poesía que se
embaraza a menudo, alumbra en buses urbanos, años noventa, cinco músicos tocan
matracas y trombones. Se desmaya, despierta subida en un Transmilenio, placenta
roja rutilante, cristal sangrando. El grito de una voz infantil alumbra por la
boca del megáfono, meninas bolivianas galopando, llevan la cabeza bien puesta
girando sobre sus borsalinas.
Las quinceañeras son pasteles.
Una poesía de los sordos escuchando su corazón.
Una poesía de los fragmentos de hielo, de las cenizas
y el lodo
sepultando veinticinco mil personas. Esta poesía es un pez
anaranjado dando vueltas en una alberca antes de irse
por el sifón.
Poesía impura, poesía manchada. Esquizofrenia de los
dirigibles contando los pasos,
trazando los caminos de los continentes, braceando contra
las corrientes
de los mares, con los hijos al hombro.
Poesía de la sobrevivencia
y de la lujuria
de sentarse
a escribir.
Mosaicismo
en una caja de Petri,
lengua esperando a que le salgan
patas, antes de que la arrojen
a los incineradores
de materia
orgánica
Poesía
XXY
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