Idilio
- Ella lo idolatró y Él la adoraba...
- ¿Se casaron al fin?
- No. señor. Ella se casó con otro.
- ¿Y murió de sufrir?
- No, señor, de un aborto.
- ¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?
- No, señor, se casó seis meses
antes del matrimonio de Ella, y es feliz.
Postura difícil
Siento el paisaje. Pero la vecina,
noble señora muy devota, muy
de mi pueblo, me ofrece su anodina
conversación de ama de llaves. Y
mientras la vieja va zurciendo prosa
debajo de un cielo de color de pus,
le pregunto, pensando en otra cosa:
«¿De qué murió Santa Teresa de Jesús?»
Luis Carlos López
OPCIÓN A:
Propuesta de escritura: “La orquestación modernista”
Ciñéndote a la métrica de cualquier poema de Rubén Darío, escribe un texto cuyo tema fundamental sea un fenómeno meteorológico y en el que aparezcan, al menos, uno de los instrumentos de cada una de las secciones de la orquesta sinfónica:
viento madera –flautas, oboes, etc.-,
viento metal –trompetas, trompas, etc.-,
percusión –timbales, platos, etc.-
y cuerdas –violines, violonchelos, etc.-.
El tono utilizado puede variar desde la aspiración a lo sublime –algo así como un “poema neomodernista”-
hasta lo degradante –una parodia burlesca del estilo rubendariano-.
Justifica a continuación en prosa tus procedimientos escriturales y tu intencionalidad conceptual.
Extensión máxima del poema: 200 palabras.
INVERNAL de Rubén Darío
Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas,
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas trasparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y, si no hay un fogón que caliente,
el que es pobre tirita.
Yo estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: ¡oh si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos,
y mis azules noches pensativas!
¿Cómo? Mirad:
De la apacible estancia
en la extensión tranquila
vertería la lámpara reflejos
de luces opalinas.
Dentro, el amor que abrasa;
fuera, la noche fría;
el golpe de la lluvia en los cristales,
y el vendedor que grita
su monótona y triste melopea
a las glaciales brisas;
dentro, la ronda de mil delirios,
las canciones de notas cristalinas,
unas manos que toquen mis cabellos,
un aliento que roce mis mejillas,
un perfume de amor, mil conmociones,
mil ardientes caricias;
ella y yo; los dos juntos, los dos solos;
la amada y el amado, ¡oh Poesía!
los besos de sus labios,
la música de mis rimas
y en la negra y cercana chimenea
el tuero brillador que estalla en chispas.