Lo que querías para mí:
Bovarismos
Taller literario
lunes, 26 de agosto de 2024
Lo que querías para mí
Guillaume Apollinaire, un fantasma en las nubes
Ensayo escrito por Lorena Escorcia.
introducción
Como titulara uno de sus poemas de Caligramas, poemas de la paz y la guerra (1918), el espíritu de Guillaume Apollinaire, un fantasma en las nubes, se alza en el cielo europeo como la blanca huella del hombre en tránsito, identidad europea del siglo XX, saltimbanqui ubicuo que estampó su sello en todas las artes contemporáneas, incluyendo la pintura, el cine, el teatro, la música y la poesía.
El flâneur, paseante de las dos orillas, que recorre librerías, exposiciones y tiendas de antigüedades para reafirmarse en la maravillosa arquitectura romana, incluso, en la impetuosidad creadora presente en las paredes[1], los muelles, en los barcos, los obuses, los pájaros de acero, la torre Eiffel y el puente Mirabeau.
Un fantasma en las nubes
Como si fuera un catorce de julio
cerca de las cuatro luego del medio día
yo desciendo la calle para ir a ver a los acróbatas
los transeúntes en las calles
empiezan a ser raros en París
en mi juventud se veían más
se han ido casi todos al campo
…
los acróbatas levantan sus pesas tan alto con sus brazos
hacen malabarismos con sus pesas
…
Pero cada espectador está buscando dentro
su niño milagroso por los siglos y siglos de las nubes.
La vida y obra de Guillaume Apollinaire transcurre en parte, en la belle époque; tiempos de optimismo inédito en Europa, que consolidaron el poder imperialista de las grandes potencias, su apogeo y, a la vez, el inicio de su caída con el estallido de la primera guerra mundial en 1914. Momento en que la conciencia europea, afirma María Zambrano, pasó de la ingenuidad más optimista a un terror que se apoderó de todos los resortes vitales. Llegando a inundar el alma de Europa, dejándola enajenada, sin deseo alguno, incapaz de combate, en mortal quietud, como un pantano[2].
Este pantano no pudo menos que penetrar, a un poeta como Apollinaire, quien, envuelto en la densidad farragosa de la historia, fue arrastrado también a la guerra en una Noche de abril de 1915:
Lego al futuro la historia de Guillaume Apollinaire
que estuvo en la guerra y supo estar
en ciudades felices de la retaguardia
en todo el resto del universo
en los que mueren pisoteando las alambradas
en las mujeres en los cañones en los caballos
en el cenit en el nadir en los 4 puntos cardinales
en el ardor único de esta vigilia
y sin duda sería mucho más bonito
si pudiera suponer que todas estas cosas
en las que estoy
en todas partes
podrían ocupar mi alma
pero este sentido es el sin sentido
porque sí, estoy en todas partes, y, sin embargo,
sólo estoy yo que estoy en mí.
Si fuéramos tras las huellas de Guillaume Apollinaire, empezaríamos nuestro recorrido en Roma, donde nace en 1880 como “sujeto polaco del imperio ruso”. Declarado hijo de padre desconocido, y a quien su madre, una bielorrusa perteneciente a la nobleza polaco-lituana, se tardó en bautizar; un descuido que hubiera pasado desapercibido, sino fuera porque Angelika Kostrowicka era hija del del cameriere del Papa.
Cuando finalmente deciden registrarlo, le ponen todos los nombres de Europa: Wilhelm Albert Włodzimierz Alexandre Apolinary de Kostrowitzky. Se quedó Apollinaire, el consagrado a Apolo, a la vez que aféresis francesa de apolíneo en el aire; nombre heredado de su abuelo materno, un lugarteniente de artillería retirado del ejército ruso.
Durante su infancia, Apollinaire, vivió con su madre en Mónaco, luego en Niza. Nunca terminaría la escuela formal. A los diecinueve años, visita la ciudad de Stavelot, Bélgica, junto a su familia; allí se enamora de María Dubois. A finales de 1899, se reinstala con su madre y hermanos en París, donde conoce a Annie Playden, amor fracasado, aunque nunca perdiera la esperanza, como se evidencia en el poema Annie[3]. En adelante lo asaltaría una poesía refulgente de erotismo y desgarro por la ruptura amorosa, poemas a Linda Molina, Louise de Coligny-Châtillon, Madeleine Pagès, Marie Laurencin, entre otras. Apollinaire inmerso en las pulsiones del deseo, y sin resignación. Prototipo de los más rebeldes valores europeos, de los que nos habla María Zambrano, como el riesgo, la aventura, la pericia, que finalmente lograría plasmar en Alcoholes (1913), obra que ha sido calificada como uno de los cien mejores libros en lengua francesa del siglo XX.
La mayor parte de su obra aparece en el período de la Gran Guerra, desde 1914 hasta 1918 y publicaciones póstumas. En toda su obra, lo leeremos atravesado por heridas de amor y guerra, creación y destrucción, erotismo y muerte.
El carrito, caligrama escrito en vísperas de la primera guerra mundial, describe los horrores que estaban por venir y el comienzo de «una época Nueva». La angustia, el tedio, la lluvia, las trincheras, la presencia infatigable del obús, ese feroz «rapaz», y la muerte, están consignados sin falta. Pero también aparecen, como suele suceder en los momentos más desesperados, los recuerdos, la creación, el amor, el humor, la amistad y la esperanza[4].
mil horizontes nuevos
Apollinaire tuvo un carácter solar, una fuerza alrededor de la cual gravitaron muchos de los más virtuosos artistas de su época. La pintura Réunion à la campagne (Apollinaire et ses amis) (1909), de Marie Laurencin, es interesante porque su estilo fauvista retrata ese anhelo por un regreso a la naturaleza, propio del romanticismo, pero también porque dibuja a Apollinaire en el centro del paraíso perdido, en La noble compañía, escribió la artista, de Gertrudis Stein, Fernando Olivier, Pablo Picasso, Marguerite Gillot, Maurice Cremnitz y la perra Fricka.
El colorido y naturalismo fauvista que, a finales del siglo XIX, aún veía al hombre en el centro de la belleza, rodeado por una aspiración bucólica, resulta luego en una embestida contra la figura humana, que culmina con el cubismo, descomposición, fragmentación y desmembramiento del cuerpo[5]. Las ideas que precedieron a esta propuesta estética fue un desafío a los últimos rezagos del modernismo, pero sobre todo un contacto con el futurismo en sus ideas más esenciales de creación-destrucción.
El eco futurista puso más caos en caos, y configuró una nueva poética para el arte europeo y contemporáneo en general. Una saturación energética capaz de fracturar el corazón y perforar los cráneos, incluso, el de Apollinaire.
todos los dioses decrépitos
Es Cristo que sube al cielo mejor que los aviadores
Poseedor del récord mundial de altura
Apollinaire
Andre Billy, cuenta que Apollinaire sufrió una crisis mística luego de su primera comunión, pero luego viviría en el desencanto religioso. En este aparte, por ejemplo, vemos una tendencia casi animista.
Porque, ¿qué otra cosa es el polvo de los caminos sino la ceniza de los muertos? Cierto que los antiguos no reconocían vida en las cosas inertes. Los rabinos fueron de opinión que la misma alma habitó en los cuerpos de Adán, de Moisés y de David. Efectivamente, el nombre de Adán se compone en hebreo de Alef, Daleth y Mim, letras iniciales de los tres nombres. La de usted, como la mía, habitó con anterioridad en otros cuerpos humanos, en otros animales, si no es que fue desperdigada y así continuará después de su muerte, puesto que todo ha de volver a servir.
El poeta asesinado (1916)
Octavio Paz afirma que, para Apollinaire, los fetiches de Oceanía y Nueva Guinea eran “Cristos de otra forma y de otra creencia”, manifestaciones sensibles de “obscuras esperanzas”. Si bien, los valores idealistas de Apollinaire resultan ambiguos, lo que sí es cierto, es que vivía maravillado por el espíritu creador de Europa en el auge de la revolución industrial, y que también lo asombraba la fealdad de su tiempo[6].
Es verdad que exaltaba la inventiva europea, pero en un ácido tono crítico; cuentos como el tejido invisible, trenes de guerra o tratamiento tiroideo, cuestionan mordazmente los experimentos químicos, médicos e ingenieriles de finales del siglo XIX y principios del XX. El hombre como creador sí, pero de su propio infierno.
la maravilla de la guerra
Desde las trincheras, Apollinaire ve las catástrofes que cruzarán el siglo XX, los combates aéreos en los cielos de París. En sus últimos poemas aparece una nueva figura, la del acróbata apocalíptico, el malabarista cayendo por su propio peso:
Apoteosis de todas mis Berenices cuyos cabellos se han convertido en cometas,
estas bailarinas doradas pertenecen a todos los tiempos y a todas las razas.
De repente dan a luz niños que solo tienen tiempo de morir.
Que hermosos son todos estos cohetes…
es tan hermoso como si la vida misma surgiera de los moribundos,
los miro como una belleza que se ofrece y desaparece inmediatamente.
Me parece que estoy presenciando una gran fiesta iluminada en el giorno.
Es un banquete que el mundo se ofrece.
La tierra tiene hambre y se abre largamente,
bocas pálidas,
la tierra tiene hambre y aquí está su festín del caníbal Baltasar.
Quién hubiera dicho que podíamos ser tan caníbales
y que hacía falta tanto fuego para asar el cuerpo humano
por eso el aire tiene un poco de sabor empireumático que no es desagradable en mi opinión
pero la fiesta sería aún más hermosa si el cielo comiera allí con la tierra
solo traga almas
que es una manera de no alimentarse
y se contenta con hacer malabarismos con fuegos versicolores.
el paseo de la sombra
En 1918, el poeta no solo sufre una trepanación, a causa de un obús que le perforó la cabeza, sino que también contrae la gripa (pandemia) española. Además, le hacen una cirugía de cuello, al parecer, la extracción de un nódulo tiroideo. Fallece el 9 de noviembre, como consecuencia de una infección. El mismo día en que los franceses se congregaban frente a La Bastilla para vociferar: Bas Guillaume! ¡Abajo Guillermo! Mientras el Kaiser alemán abdicaba al trono. Veinte años después, en 1938, otro nueve de noviembre, Europa sería testigo de la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos.
Como homenaje póstumo Apollinaire fue declarado mourt pour La France, una mención que reconoce el servicio a este país durante la guerra. En su tumba del cementerio de Pere Lachaise está escrito un caligrama: «Mi corazón como una llama trastornada».
Guillaume Apollinaire trascendió su tiempo para pervivir en el cielo de la historia por siglos y siglos de nubes. Y cada vez que los artistas, locales y visitantes de Europa eleven su mirada al cielo, verán a Apollinaire como un fantasma en el aire, como un saltimbanqui dando vueltas infinitas. Un fantasma en las nubes de luz y sombras.
La muerte es vanidad, y no hace sino atenuar apenas la presencia, los que mueren no están ausentes, la sombra intacta que recorría las calles de la ciudad es tan real como la sombra interior cuyos contornos, podemos ver proyectados sobre la memoria, cuya sutileza azulada se alía al recuerdo.
Guillaume Apollinaire, el paseo de la sombra.
ESCRITO POR MAGDA LORENA ESCORCIA HERNÁNDEZ
bibliografía
1. 1. Caligramas, Guillaume Apollinaire, 1918. Traducción de Nicolás Rodríguez Galvis, 2015.
2. El hombre automutilado. Título original: The delf-dismembered man, selected later poems of Guillaume Apollinaire, Traducción: Donald Revell.
3. El paseante de las dos orillas. Título original: Le flâneur des deux rives, Guillaume Apollinaire, 1918 Traducción: Elena Fons & Jérôme Gauchet
4. El poeta asesinado, Guillaume Apollinaire, 1916.
5. Octavio Paz, Ensayos. https://www.librostauro.com.ar/
Zambrano, María, La agonía de Europa, Ed. Mondadori, 1994.
7. https://www.toutelapoesie.com/poemes/apollinaire.htm
8. https://circulodepoesia.com/2018/03/el-amor-y-la-poesia-en-guillaume-apollinaire/
9. Radio Bolivariana 75 años, literatura para oír, Guillaume Apollinaire, Viñetas surrealistas.
NOTAS AL PIE
[2] Zambrano, María, La agonía de Europa, Ed. Mondadori, 1994. Pg. 15
[3] Sur la côte du Texas/Entre Mobile et Galveston il y a/Un grand jardin tout plein de roses/Il contient aussi une villa
Qui est une grande rose/Une femme se promène souvent/Dans le jardin toute seule
[4] Caligramas, traducción de Nicolás Rodríguez Galvis, Bogotá, 2015.
[5] Octavio Paz, Ensayos, Picasso: de cuerpo a cuerpo con la pintura.
[6] Decidieron rematar el viaje a Múnich, con objeto de ver de cerca cuanto el espíritu antiartístico de la Alemania moderna ha podido concebir de feo en punto a arquitectura, estatuaria, pintura y arte decorativo… El señor des Ygrées no quería ni pensar que un hijo suyo naciera en Baviera; aseguraba que ese país predispone a la sífilis. El poeta asesinado. (1916)
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