El examen escrupuloso de las “simpatías y diferencias” de Moby Dick y de Bartleby exigiría, creo, una atención que la brevedad de estas páginas no permite. Las “diferencias”, desde luego, son evidentes. Ahab, el héroe de la vasta fantasmagoría a la que Melville debe su fama, es un capitán de Nantucket, mutilado por la ballena blanca que ha determinado vengarse; el escenario son todos los mares del mundo. Bartleby es un escribiente de Wall Street, que sirve en el despacho de un abogado y que se niega, con una suerte de humilde terquedad, a ejecutar trabajo alguno. El estilo de Moby Dick abunda en espléndidos ecos de Carlyle y de Shakespeare; el de Bartleby no es menos gris que el protagonista. Sin embargo, sólo median dos años —1851 y 1853— entre la novela y el cuento. Diríase que el escritor, abrumado por los desaforados espacios de la primera, deliberadamente buscó las cuatro paredes de una reducida oficina, perdida en la maraña de la ciudad. Las “simpatías” acaso más secretas, están en la locura de ambos protagonistas y en la increíble circunstancia de que contagian esa locura a cuantos los rodean. La tripulación entera del Pequod se alista con fanático fervor en la insensata aventura del capitán; el abogado de Wall Street y los otros copistas aceptan con extraña pasividad la decisión de Bartleby. La porfía demencial de Ahab y del escribiente no vacila un solo momento hasta llevarlos a la muerte. Pese a la sombra que proyectan, pese a los personajes concretos que los rodean, los dos protagonistas están solos. El tema constante de Melville es la soledad; la soledad fue acaso el acontecimiento central de su azarosa vida.
martes, 25 de abril de 2023
Prólogo de Borges a Bartleby el escribiente
Prólogo de Borges de La Metarmofosis
Kafka nació en el barrio judío de la ciudad de Praga, en 1883. Era enfermizo y hosco: íntimamente no dejó nunca de menospreciarlo su padre y hasta 1922 lo tiranizó. (De ese conflicto y de sus tenaces meditaciones sobre las misteriosas misericordias y las ilimitadas exigencias de la patria potestad, ha declarado él mismo que procede toda su obra.) De su juventud sabemos dos cosas: un amor contrariado y el gusto de las novelas de viajes. Al egresar de la universidad, trabajó algún tiempo en una compañía de seguros. De esa tarea lo libró aciagamente la tuberculosis: con intervalos, Kafka pasó la segunda mitad de su vida en sanatorios del Tírol, de los Cárpatos y de los Erzgebirge. En 1913 publicó su libro inicial, Consideración, en 1915 el famoso relato La metamorfosis, en 1919 los catorce cuentos fantásticos o catorce lacónicas pesadillas que componen Un médico rural.
viernes, 21 de abril de 2023
Los escritores somos unas veces como Gregorio Samsa y otras como Bartleby
Para quienes tenemos vocación pero no talento para juntar palabras, decidirse a cultivar el oficio del escritor empieza con un proceso de transformación, un proceso de metamorfosis dolorosa como la que le pasó a Gregorio Samsa. Pero no nos asustemos porque pudiera ser mucho peor, cuando llega el bloqueo y uno ―preferiría no hacerlo. Como el Bartleby de Melville, la catástrofe puede ser un poco peor. Tanto Samsa como Bartleby mueren de inanición, el uno porque lo dejan abandonado en una pieza a su suerte, el otro porque por puro libre albedrío decide no volver a escribir y también sucumbe.
Uno se despierta un día sin haber escuchado el despertador y se da cuenta de que se le hizo tarde para ir a ese trabajo que odia, un trabajo en el que uno se siente miserable, pero el que le daba el sustento para la familia y con el que uno ya se había casado con resignación. Despierta uno un día y resulta que ya no puede pararse de la cama, ha sido poseído por ya por la extrañeza, por la desolación de no pertenecer al mundo, por la depresión, la angustia o las historias que tiene que contar, que pesan como el exoesqueleto de un insecto.
Uno puede estar en un momento de la vida en que la gente espera mucho de uno, sus jefes, sus padres, sus hermanos; siente dolor y vergüenza de no ser capaz de continuar teniendo la vida que ellos querían que uno viviera, la vida que ellos se imaginaban que uno debería vivir, de acuerdo a las mínimas capacidades que ellos le reconocían y, sobre todo, teniendo en cuenta que la literatura no da para comer.
El primero que vendrá a averiguar, qué es lo que a uno le ha pasado, es el jefe. Nunca es el mismo, el jefe de Samsa es despiadado y utilitarista, mientras que el Bartleby es compasivo. Cruel o compasivo el jefe siempre intentará la persuasión, primero tratando de demostrar interés en el caso de esa ausencia laboral, luego tratando de convencer a la familia, incluso, una flexibilización, pero con el paso de las horas, o de los días o de las semanas huirán aterrorizados de ver que uno ya es un caso perdido, y que lo poseyó completamente el monstruoso espíritu creativo tan incompatible con las labores cotidianas de una compañía o de una oficina.
Los padres, expresarán su preocupación con preguntas como ¿y ahora de qué vas a vivir? que en realidad significa ¿y ahora de qué vamos a vivir? ya no nos podrás ayudar más con nuestras deudas y tendremos que renunciar a muchos de los pequeños placeres que salían de tu bolsillo. También se preocuparán de pensar que uno está enfermo, de la mente y el cuerpo, tratarán de que uno retorne a la normalidad, a como era antes, yendo todos los días toda juiciosa a la oficina, al consultorio. Las mamás van a pagar novenarios a todas las vírgenes y los santos, buscarán consejos en todas las amigas. Los padres, acostumbrados a ser un poco más prácticos, consultarán a un psiquiatra, todos tratando de exorcizarle a uno el espanto.
Con el tiempo, viendo que uno ya se pudo parar de la cama y come, pero que no logra salir de su encierro porque se la pasa todo el día leyendo y escribiendo, empezarán a aceptar la situación y a buscarse ellos la vida, porque uno ya no la pudo buscar por ellos. Entonces tratarán de continuar con sus rutinas pero siempre sin hablar mucho del asunto, tratando de olvidar que en sus casas habita ese ser parásito y que encima a ellos les toca mantenerlo y acogerlo porque quedarían muy mal si lo echaran a uno a la calle, quedarían muy mal con sus amistades. Pero no por uno, sino por el fracaso que representa para la institución familiar el tener un hijo sin un trabajo estable.
Luego, hay también gente que se compadece mucho y que trata de facilitar las cosas, pero son más bien pocos. Generalmente los jóvenes que tienen más fresquito eso de las transformaciones y de la sensación de no encajar en nada. Entonces son más entendidos y más empáticos con estos procesos.
Y uno ya empieza a sentirse a gusto, cuando llega de nuevo el padre, como le pasó a Gregorio Samsa a echarle la comida en cara, él le tiraba las manzanas y estos reproches son tan dolorosos que se hunden a uno en la piel y es como otra herida que lo va carcomiendo lentamente, y nadie se preocupa de limpiar esa herida sino que sigue creciendo y con el tiempo, ya cansados todos, empezarán a interesarse poco por cómo uno vive o por lo que sea o vaya a ser de su vida.
Lo importante es seguir aparentando y viviendo ¨normalmente¨, al fin y al cabo, pronto tanto jefe como padres encontrarán una nueva víctima, una nueva esclava o esclavo y todo seguirá siendo igual, porque lo que triunfa siempre es la obediencia y no la emancipación.
Por eso esta es la empresa del destriunfo y el fracaso, de las cucarachas y los oficinistas muertos.
lunes, 17 de abril de 2023
Hacer el amor y la literatura en Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño
hacer el amor es algo tan inherente a la literatura
a la lectura o a la escritura,
los tres son placeres afines.
Fui a la Ciudad de México en la circunstancia menos decorosa
la de turista
y para pagar la culpa por la afrenta ante Cuauhtémoc,
me metí a la librería Porrúa frente a la ciudad de Tenochtitlán
a comprar Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño,
500 pesos mexicanos me costó la hazaña,
todavía guardo el recibito. Hubiera preferido robarlo.
De regreso en la ciudad de la vida interior
me he sentado a leer la dichosa obra del autor chileno,
Belano, se llama a él mismo en su propia obra
pero el narrador es José García Madero
y cómo tira...
de noche de día y con todas.
tira como un cabrón adolescente y el libro es una delicia por las detalladas explicaciones del sexo que mantiene,
con María Font, a quien le gusta Sade, y quiere que le den palmadas en las nalgas y en el coño como en los libros de Sade
Sade y siempre Sade, la mejor literatura.
Y con Rosario, una mesera que le propuso que viviera con ella.
Rosario me da tristeza, y le da tristeza a García Madero.
En los primeros días de la lectura (noviembre) se lo chupa sin compasión y sin paga.
Luego es más rutinaria, pero a él le gusta quedarse a su lado porque es una mujer, práctica y hacendosa,
ósea, sabe cómo chuparlo. Que es en el fondo lo que todos queremos.
Alguien que nos organice bien la ropa, mantenga limpia la casa,
cocine y nos deje tiempo para leer poesía y escribir sandeces.
Siempre había querido vivir en Ciudad de México,
y gracias a Bolaño ya cumplí mi sueño,
viviendo tantas noches en medio de prostitutas que soñaban con entrar a la academia de danza, como Lupe,
o con bailarinas que eran más putas que las de la calle ...., como María Font.
En el centro de la obra hay tantas mujeres escritoras, pero los protagonistas son ellos.
recorrí todas las calles de ciudad de méxico y sus terrazas donde viven familias muy pobres y muy felices, porque comen cosas deliciosas.
Tamales, tostadas, teleras, tortillas, totopos, tortas, tacos, tlacolyos, tlayudas y atoles,
y cada día me convenzo mas de que toda la felicidad esta en la cocina, en la mesa, y en luego pegarse una buena cagada,
la digestion es importante.
Lorena Escorcia.
Lo que querías para mí
Lo que querías para mí: Querías que te guardara el secreto que aprendiera a quedarme paralizada y callada y avergonzada querías que fuera ...
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Escrito por Hugo Jamioy Juagibioy. Oralitor. Pertence al pueblo indígena Camuent¨sá Cabëng Camëntsá Biyá (Hombres de aquí con pensami...
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Extinción Y si no fuera solo un capricho marinado todos estos años en un frasco de segunda mano en tu cocina que preserva esa imagen tuya...
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