EL ARTE
Sí ; la obra es más radiante
si el pulimento es terso:
diamante, mármol,
esmalte, verso.
No haya presión intrusa;
mas para andar derecho,
¡ oh Musa !
lleva coturno estrecho.
Al diablo el ritmo soso
que, como chancla floja,
pie ocioso se calza o se despoja.
Rechaza, estatuario,
la arcilla trabajada
de diario
con mente divagada;
doma al rebelde paros,
vence al carrara duro
— los raros
dueños del perfil puro —
arranca a Siracusa
el bronce, que altanero
acusa
el rasgo hermoso y fiero;
persigue en cornalina,
con delicado apego,
la fina
faz del Apolo griego.
Pintor, huye acuarelas,
y fija los colores
que anhelas,
cual los esmaltadores.
Haz sirenas azules,
y monstruos de blasones,
que ondules
en raras contorsiones;
en su nimbo trilobo
a la Virgen y su Hijo,
el globo
del pie de la cruz fijo.
Todo pasa. Robusto
el arte siempre vive
el busto
al pueblo sobrevive.
Y la medalla austera
que un labrador ha hallado,
entera
de un César ignorado.
Los dioses mismos mueren;
pero los versos, gonces
adquieren
más fuertes que los bronces.
Cincela, esculpe, lima;
que tu flotante ensueño
imprima
su poderoso empeño!
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